24.8.12

Y todo eso que sentís y recortás, parcializando así la entrega inevitable. Tanto juego que por momentos es diáfano, ternura desmedida que invita a las caricias y ahuyenta las cuchillas; otros momentos es tormenta, se suceden las mentiras que son verdades, las verdades sin fuerza para modificar lo que no puede ser modificado porque no existe, porque la oscuridad de la nada como un ente superior, dios de la soledad y las horas eternas, los suspiros, las proyecciones fatales, malos augurios para mi corazón ansioso y frágil. Pura poética para decir algo que no debe ser dicho. Inevitable. Cuánta profundidad en dos ojos que son un libro, un laberinto, un sueño. Mujer acertijo, bella, mil demonios deformes que atacan sin razón, sin previo aviso, hoy sí, mañana no, mañana no sé, imposible saber. La nomenclatura de mi amor errante. Pequeña abertura en la pared por la que se infiltra el viento y las palabras, todas tan hermosas, todas tan palabras; yo, despreciando tanta literatura, ignorando tanta poesía, falso amor propio y necesidad de serenidad. Yo quiero la ruina, quiero el pecado, quiero el sonido del taladro sobre mis sienes, quiero la luz del sol cerrando mis ojos, quiero llorar, quiero arrancar, matar, odiar, amar, eternizar. Blancos pliegues creados para mí, mis manos que lloran, que desean, que buscan y si encuentran el miedo se vuelve atroz, instancias de tembleques  y retrocesos, dudas, represión. No voy a hacer literatura de cada momento, no quiero rumiar para siempre. Vivir un poco como los demás y, tal vez, entenderlos. Pero no, no vale la pena el intento, después de todo y ante todo... Tanto cambio para volver siempre al mismo punto de partida, a la fragilidad del cuerpo desnudo frente al viento, al si que se escapa de mi boca porque no poseo la fuerza y en el fondo no la deseo. Es tan difícil pero tan fácil escapar y mi manera de ser tanto obstinada como perezosa, tanto ilusa como apática; de un segundo al otro todas mis decisiones se dan media vuelta y me abandonan, de nuevo el comienzo, de nuevo el orden de quien no puede conservar un par de medias intacto, de quien duerme sobre cuadernos y cenizas. Toda yo caos. Y no me puedo contener, todo este amor se me escapa, imposible reprender a mi cerebro y esconderme detrás de los árboles, inútil cada intento porque igual se escapa, igual logra filtrarse y mostrarse todo hermoso, desnudo, frente a los ojos que detesto y que amo, que temo y que necesito.
 Mejor estudiar, mejor no pensar. Otro cigarrillo.

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