6.8.12

Decisiones insostenibles. En vano trato de alejarme de lo único que me hace bien. Pero no te quiero romper, no te quiero ensuciar, no te quiero lastimar. Tan diferente el mundo cuando sé que vas a estar cerca de mí protegiéndome sin saberlo de los monstruos eternos. Qué sincera tu sonrisa.
Deseando eso que me va a destruir, que va a ser mi fin tal y como siempre lo sospeché, tirada en el asfalto, comiéndome los bichos, yo ya tuve ese sueño, ya me sentí morir. Y no fue una pesadilla.
Creo que es lo único que me hace dudar de seguir descendiendo hacia el vacío total de sentimientos, de percepciones, de contacto con la realidad. Duele estar despierta pero esa ilusión es tan dulce, placentero momento, imposible prolongarlo eternamente porque ya sabés, los días pasan, las ocupaciones, mi manera de rumiar, de enlazar, de destrozar. ¿Dónde terminaremos? De acá a un tiempo, quién sabe. Ya lo había escrito porque ya sentí este miedo, ya perdí esa inocencia. Pero ahora soy diferente. Diferente igual. En el fondo siempre igual, sólo que ahora ya no quiero lastimar (te). Pero lastimar (me). A través, durante, después, en el centro, periferia y todo eso que soy y que somos y que arrastro a todos los que tienen esa luz de la diferencia esencial. No me lo merezco. Corré hasta cualquiera que sea mejor que yo, no requiere mucho esfuerzo. Escapate. Pero no, no lo hagas. No me dejen sola. Chiquitita y sola. Escondida y sola. Necesito alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza. Todo lo demás puede esperar.

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