Y otra vez la acumulación de minutos perdidos que no se recuperan y que dejan signos en mi cuerpo y mi mente reflejados en el tono de mi voz, en el movimiento de mis manos. Es tan simple, es tan complejo el después. Siempre optando por la salida más fácil. La manipuladora. Vuelven a mí palabras de horror que una vez creí sentenciosas y falsas. Vuelve a mí la certeza de que todo aquello es lo verdadero y todo lo rosa es la verdadera falsedad. Yo ya no quiero hartar a la gente. Yo ya no quiero maltratarme pero cómo, qué otra opción tengo... Si es tan oscuro este lugar y es tan negro mi pensamiento recurrente, es tan siniestro el saberme creadora de mis propios laberintos y perder, siempre perder, otra vez perder. Orgullosa de la sangre que me cubre. Orgullosa de manosear y perdurar y anochecer de la misma forma cada día. Todas esas personas invisibles que me atacan y me desnudan el alma a las patadas. Yo no grito porque no tengo voz. Yo no huyo porque corté mis piernas. Yo no siento más que este dolor. Y de vuelta. Laberinto. Huir. Desaparece mi cuerpo, mi alma, mi mente, mi esencia. ¿Qué soy? Una cosa muerta. Me hallo en el dolor. Me pierdo en el amor. Ay que triste ay que cierto ay que muerta estoy.