20.5.12

Acabo de descubrir que realmente estoy mal de la cabeza. Y no es que no lo sabía ya, me lo han dicho tantas veces y de tantas formas, dulces, malas, groseras, sucias. Yo. Yo. Muerta. Sufriendo. Sangre que chorrea de mi boca lastimada. Y estos pensamientos tan oscuros, demasiado siniestros para ser escritos. Mal de la cabeza. Enferma de por vida. Debería internarme ya mismo. No lo voy a hacer. Jamás voy a permitirme que me vean débil. No puedo ser débil. Yo soy Cleopatra. Yo les ordeno. Yo soy la belleza. Yo soy la vida que les permite a ustedes existir y agradezcan, arrodíllense y agradezcan por el resto de sus vidas mediocres las migajas que les doy. Y sonrío mientras me duele. Y sufro mientras me divierte mi propia miseria. Soy tan absoluta. Soy los elementos y la luz. Y si me caigo...
Si me caigo... oh qué será de mí en este campo tan oscuro sin flores sin vida qué hago acá ay las marcas ay mi cuello ay no volveré a tener sexo jamás por qué debo estar desnuda si me doy asco así, soy un pedazo de carne que chorrea sangre y apesta, nadie querría verme y tocarme y acariciarme en este día jocoso. El día de los muertos que sangran.
¿Cómo soy capaz de sangrar si yo estoy muerta? ¿Cómo puedo sonreír si yo no tengo alma?
Al fondo bien al fondo. Nadando desnuda. El agua roja.

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