13.1.12

El viaje que emprenden los besos que no estoy dando. Mujer vertiginosa y a la vez cobarde. Preferís las noches de soledad antes que el peligro de comenzar.
Y sin embargo, todo eso es otra mentira, porque todo lo que has tenido en esta vida son comienzos sin finales o con pausas grises que se prolongan transformándose en un estilo de ver pasar las horas vacías desde el piso, fumando de cara al viento. Preferís la soledad y anhelás ser rescatada. Anhelás vos también salvar un poco a un ser igual de cansado que vos.
Pero tal vez nada de eso exista, tal vez todo lo que puedas rescatar sean momentos de luz encandilante y luego rumiar, como haría cada uno de los personajes que tanto te identifican. Que no son muchos, es cierto.
Pero las instancias de entrega, los gemidos de placer, las caricias diáfanas, la piel... lo atesorás todo tan profundo en tus propios laberintos, en los que nadie ni siquiera vos podés salir, que termina por transformarse en un arma de fuego. Y los recuerdos dulces te hieren. Y el abandono, te hiere también.

Mujer de a días, de a horas, de a pequeños pasos errantes.
La mujer que soy.

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copos de azúcar