13.1.12

El complejo deseo de no caer nunca en los lugares comunes. El dolor es dolor, la melancolía es melancolía y, aunque me pese, no me es exclusiva.
¿Cómo ser auténtica? Cuando todos me dicen que lo que yo siento, ya ellos lo sintieron. Cuando hay experiencias, aprendizajes, evoluciones. Cuando leo y me encuentro en las palabras de alguien más, como arrancada de una máquina del tiempo humillante y perversa que me grita que de aquí a cien años yo no seré más que polvo, porque mi miseria ya fue inventada en el segundo original.

Y el amor...
Tan incierto y tan gastado. Todos te dirán que te comprenden. Y yo lo que no comprendo es cómo pueden creerse esa falsa simbiosis, esa hipócrita manía por comparar las vidas y determinar que de cualquier forma todas terminan siendo igual de complejas o de simples. Felicidad, tristeza. Etapas. No creo en ellas. Creo en la obicuidad de mi incertidumbre.


A veces al leerme me noto fría. ¿Por qué no sé escribirme en mis ataques de ira y llanto? ¿Por qué sólo sé callarme y retirarme en silencio en vez de romper vasos y pedir caricias?

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