15.4.13

A tener cuidado con tanta vanidad. No me lo perdono, aunque no sea capaz de evitarlo. Realmente lo intento. Tal vez. Mis valores se adaptan porque no son sinceros. Porque realmente no me interesan. Espero que nada de esto sea progresivo, necesito que sea un trance pasajero, un escape efímero al igual que todos. No soy capaz de soportar tanta contradicción. Me van a terminar escupiendo en la cara, si así lo deseo.
 Y así lo deseo.

Me escapaba entre la neblina, pisando sapos y vomitando en los hormigueros. No tenía gracia pero si apuro. Es tan difícil llegar a alguna parte si siempre me estoy yendo. Sentía mi piel derretirse y mis huesos quebrarse pero los sapos no mueren solos. Es una cuestión de necesidad, sólo eso. Correr, evitar, disimular. Mentir.
Y mientras las escaleras se manchaban y todo era verde, el odio crecía dentro mío. Debía hacerlo, debía matarlos. Mancharme con su sangre y cambiar mi vida para siempre. Ser otra persona, la perversa, la que hay que eliminar, la que debe estar lejos. Soy tan hermosa, vomitando la vida que me regalaron la semana pasada y no la supe cuidar. No importa demasiado, es fácil conseguirla y volver a odiarme, volver a amarlos. Gracias por amarme, todo mi esfuerzo se ve recompensado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

copos de azúcar