6.5.12

Y de un momento a otro todo está tan mal y mi corazón es un planeta deshabitado en el que no llega el aire, no llega el agua, no vuelan las aves, no existe la vida y sin embargo yo respiro ese humo viciado y negro del cosmos explosivo que me rodea. Y yo no sé más que sufrir por causas vacías.
Estiro un brazo intentando al menos rozar la espina de las rosas que se ríen de mí con tristeza contenida. Yo las siento llorar sin lágrimas. Las siento morir tan rápido. Me siento suplicar un segundo más de entendimiento. La gran falacia. La gran aguja clavando. El fuego en mi cuerpo derretido y muerto. Yo quiero quemarme. Yo quiero explotar y salpicar a los que me hacen mal. Quiero gritar que a nadie entiendo y a nadie acepto. Un grito ahogado y monosílabos sin sentido. Yo no sé hablar. Yo no sé callar.
Y en el silencio me ahogo.
En las palabras no me encuentro. Gente se aleja y yo no sé preguntar por qué. No me desean toda entera toda desesperada toda suplicante. No ansían mi compañía de espejos rotos. No me aman. No me aman. Ni siquiera un poco. Ellos creen hacerlo. Ellos matan. Ellos. ¿Quiénes? Espejismos de amor puro.
Nada existe. Ya no.

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