22.1.12

(antes del desayuno)

Busco refugio en situaciones futurísticas improbables, porque el presente me abruma.
Ya no quiero llorar más. Ya no quiero escuchar reproches de la gente que me cuida y mentiras de la que gente que ojalá quisiera cuidarme.
Nadie quiere ser un enfermero, no. Tampoco quisiera estar enferma. Ser enferma.
Toda mi vida lo desee: un rótulo para lo que me pasaba, para lo que era, muy a mi pesar.

Ahora lo detesto: quiero aplastarme, aplacar las palabras, esconderme para siempre.

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